sábado, 22 de octubre de 2011

Avances tecnológicos. Ya no nos queda donde escondernos

El otro día había guardado la dirección de esta noticia, como otras muchas, para luego leerla. En estos momentos, donde el "gran hermano" lo domina todo -otro día podemos discutir quien/quienes es/son el gran hermano-, estamos ya logrando que ni nuestra casa nos permita aislarnos, aunque sea solo un poquito, del gran ojo.
Veamos el vídeo
Muchos dirán que poco de se ve. Pero podemos recordar también la primera cámara digital (1975, véase aquí), que creo que pesaba 55 kilos,


 y en que se ha convertido ahora, por ejemplo


En resumen, ¿qué podrán conseguir en 10 años con este radar antiparedes, a la velocidad en que se mueve hoy la tecnología? Por fin se cumplirán esos anuncios antiguos de gafas que permiten ver debajo de la ropa de la gente o detrás de las paredes. Y esto lleva a mi mente calenturienta a pensar en leyes para el emplomado de las paredes en todos los servicios de señoras. Asimismo me lleva a recordar algunos libros de ciencia ficción; en primer lugar, "El hombre que no existía" (en la edición que yo tuve hace 34 años; ahora lo han reeditado como "Mi nombre es legión"), de Roger Zelazny. En este libro, una persona, justo cuando se estaba a punto de "informatizar" oficialmente toda información de cada persona, decide desaparecer del sistema. Hoy, ni siquiera tienen que hacerlo oficialmente, ya que nos retratamos todos los días ante todo el mundo en la red. De alguna forma oscura, también me ha llevado a Tigre, Tigre, de Alfred Bester (también reeditado como Las estrellas, mi destino); en él se nos describe un mundo condicionado por la posibilidad de teletransporte de las personas. Ese teletransporte, denominado en el libro jaunteo, provoca el colapso de la sociedad, ya que la cultura tradicional desparece. ¿Qué tiene esto que ver con una máquina que permite ver a través de las paredes? Es simplemente un sistema de respuesta defensiva ante estos momentos de tanta "promiscuidad" social que a personas de mi edad o más nos da la sensación de que nos lleva a un colapso cultural y social.
Nos localizan con el GPS de los teléfonos (no tengo por ahora, a propósito), las webcams (las enfoco al techo por que no me fío de nada), las encuestas sobre las viviendas (1 hora y 45 minutos para hacerla -malditas java scripts- y solo me faltó decirles que ropa interior usaba). La red tiene todos nuestros datos, y si no se los damos nosotros (Facebook, G+, twitter...). Para alguien que ha vivido la mitad de su vida sin ordenadores, internet y con solo dos cadenas de televisión en blanco y negro, es difícil aguantar un mundo tan globalizado, tan visual, tan promiscuo.
¿Parece todo algo exagerado? Como ejemplo, un botón. He puesto mi nombre en la red, sin más y he buscado en Google. De las 50 primera páginas que a escogido, 48 son correctas y son sobre mi persona, con una gran cantidad de datos. Habría que hacerse anacoreta en el desierto, pero seguro que hay fibra óptica, conexión vía satélite y reparto de pizzas a domicilio. Este mundo ya no es lo que era, y ni siquiera podemos meter el dedo en la nariz con tranquilidad y sin testigos. Eso no quiere decir que como amante de la tecnología no sea el primero que se compre una cámara "perforaparedes" tamaño bolígrafo Bic cuando las haya. Aun así, viva la intimidad, al menos una parte del día.

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