martes, 24 de septiembre de 2019

Tecnología más prosaica

Estos días he recurrido a una tecnología más antigua para salvar unos muebles casi tan viejos como yo. Los muebles de un dormitorio por el que tengo mucho aprecio, ya que fue mi habitación hace muchos años, tenía las cerraduras a punto de no abrir más. Una solución sería cambiarlas, pero en uno de los viajes de este verano he visto muebles antiguos en los que las cerraduras se habían sustituido por imanes. Y eso he hecho. Más barato —2,10 € los tres imanes— y menos (d)efecto estético sobre los muebles, por que ¿quién encuentra hoy 40 años después unas cerraduras parecidas?. Así que de esta manera hemos salvado algo del pasado. Por cierto, para aquel entonces estos muebles eran una novedad total, de madera pintada. Eso sí, si os ponéis a ello, no os olvidéis de añadir algo de jabón a los tornillos, por que alguna madera es más dura que los tornillos —partí dos antes de usar jabón de manos—.







PD. Si hace unos años, en la época de los disquetes, me dicen a mi que iba a poner imanes a mi alrededor, no me lo creería.

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